El batallón escarlata
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El batallón escarlata
Toda historia tiene un principio, aunque lo importante no es que sea un gran comienzo sino un gran final, este no es un gran principio pero tendrás que esperar a ver el final para ver lo asombrosa, importante y épica historia que puede llegar a ser.
Erase el pueblo de kreise, bajo la lluvia caminaba un caballo negro portando un jinete sombrío.
La puerta de la posada se abrió, el dueño del establecimiento “mar de cebada” se asusto.
“no queremos problemas váyase”.
“no daré problemas, solo quiero un sitio donde caerme muerto, traiga comida y bebida abundante”.
El encapuchado deja 2 monedas de oro.
Al servirle le dice “es mucha indiscreción saber su nombre”.
“Retrin”.
El extranjero agarra con violencia al posadero.
Retrin: Le aconsejo que no pregunte más por que los dioses no me acompañan.
Erase el pueblo de kreise, bajo la lluvia caminaba un caballo negro portando un jinete sombrío.
La puerta de la posada se abrió, el dueño del establecimiento “mar de cebada” se asusto.
“no queremos problemas váyase”.
“no daré problemas, solo quiero un sitio donde caerme muerto, traiga comida y bebida abundante”.
El encapuchado deja 2 monedas de oro.
Al servirle le dice “es mucha indiscreción saber su nombre”.
“Retrin”.
El extranjero agarra con violencia al posadero.
Retrin: Le aconsejo que no pregunte más por que los dioses no me acompañan.
Retrin- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 03/08/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Retrin el sombrío
Raza: Humano
Profesión: Asesino
Re: El batallón escarlata
- ¡Padre! ¿Por qué tengo que ir a vivir con esos asquerosos humanos? - protesté golpeando violentamente con mis puños en mis piernas.
- Aëdhe, hija mía - dijo padre acariciándome la mejilla con dulzura -. Conoces las normas de nuestro clan, todos hemos de abandonar el enclave al cumplir los treinta y cinco. Hemos de abandonar la seguridad de nuestro poblado e introducirnos en la vida de los humanos. Aprender de ellos, su cultura, su modo de vida, todo lo posible. Sólo así les conocemos lo suficiente como para protegerles de ellos mismos.
-----------------------------------------------------------------------------------------
Pegué una fuerte patada a una piedra que se estrelló contra un árbol mientras caminaba por el bosque pensando en las palabras de padre. Una lechuza blanca se apoyó en la rama de un árbol cercano y observó el pequeño desconchón producido en la corteza. Meneó su pequeña cabeza a modo de desaprobación y comenzó a ulular. Sus palabras resonaron en mi mente.
- Tienes que aprender a calmar tu temperamento Aëdhe - recriminó el pequeño espíritu que me acompañaba a todos lados.
- Es que no es justo, Sahik - le respondí sentándome pesadamente en el suelo y apoyando la espalda contra un tronco -. Nos dejan disfrutar la vida allí dentro para luego arrebatárnosla.
Pasé un largo rato descansando en aquel lugar, pues no sabía cuando sería la próxima vez que disfrutase de la tranquilidad del bosque y tardé en seguir mi camino. Tras una corta caminata, había llegado al línde del bosque. Ya se podían ver las docenas de casas expulsando humo. Su olor llegaba hasta aquí.
-----------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Pero por qué tenemos que adentrarnos en su territorio? ¿Qué han hecho ellos por nosotros? Lo único que hacen es explotar nuestros bosques - dije aún más agresiva.
- Precisamente por eso, querida - volvió a responder padre suavemente, su voz parecía un susurro -. Hoy en día convivimos en paz con los humanos, pero quién sabe si algún día deberemos luchar para defender nuestras tierras. Por eso, hija, tú más que nadie, como hija del jefe, debes aprender de ellos para el día en que yo ya no esté aquí.
-----------------------------------------------------------------------------------------
Una gota de agua comenzó a caer, seguida de miles de sus hermanas. Me coloqué bien la capucha y terminé de cruzar el linde.
- Será mejor que cambie a una forma más fácil de esconderse - informó Sahik y un ligero vapor casi imperceptible salío de la lechuza introduciéndose en un ratón de campo que circundaba la zona. El pequeño roedor subió por mi pierna y se introdujo en mi bolsa -. Ya podemos seguir.
Los caminos de la ciudad eran un puro barrizal debido a la incesante lluvia y llegué a lo que parecía una posada o taberna. Observé el cartel que colgaba de la entrada, "La buena comida" y escondí mi espada y mi arco bajo la capa antes de entrar por la puerta. El apestoso olor que inundaba la estancia hizo que me llevase en un acto reflejo la mano a la nariz nada más abrir la puerta y el ruido que gobernaba la sala era infernal. "¿Cómo pueden aguantar este olor?" pensé, y aguantando la respiración me acerqué hasta la barra, donde un señor de anchos huesos y bastante desaliñado parecía atender a todo el mundo.
- Hare nai, ish daru...
- Qui no habramos eze idioma tan fluio, zeñooor... - me interrumpió el posadero intentando avistar bajo la capucha.
- Genial, empezamos bien - me dije a mi misma y tras un rato pensando cuales eran las palabras correctas le volví a formular la pregunta en su idioma - Buenas tardes... deseaba algo de ... comer y beber.
- Archando - respondió el hombre y se marchó a la cocina.
No tardó en volver con una cerveza en una jarra de madera casi podrida y un plato de algo que parecía estofado con un olor peor que el que regentaba en la posada. Aquello fue el colmo, me llevé la mano a la boca y salí a empujones lo más rápido que pude de la posada. Una vez fuera me apoyé contra la pared y comencé a vomitar sobre el barro. "La buena comida..." pensé.
- Aëdhe, hija mía - dijo padre acariciándome la mejilla con dulzura -. Conoces las normas de nuestro clan, todos hemos de abandonar el enclave al cumplir los treinta y cinco. Hemos de abandonar la seguridad de nuestro poblado e introducirnos en la vida de los humanos. Aprender de ellos, su cultura, su modo de vida, todo lo posible. Sólo así les conocemos lo suficiente como para protegerles de ellos mismos.
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Pegué una fuerte patada a una piedra que se estrelló contra un árbol mientras caminaba por el bosque pensando en las palabras de padre. Una lechuza blanca se apoyó en la rama de un árbol cercano y observó el pequeño desconchón producido en la corteza. Meneó su pequeña cabeza a modo de desaprobación y comenzó a ulular. Sus palabras resonaron en mi mente.
- Tienes que aprender a calmar tu temperamento Aëdhe - recriminó el pequeño espíritu que me acompañaba a todos lados.
- Es que no es justo, Sahik - le respondí sentándome pesadamente en el suelo y apoyando la espalda contra un tronco -. Nos dejan disfrutar la vida allí dentro para luego arrebatárnosla.
Pasé un largo rato descansando en aquel lugar, pues no sabía cuando sería la próxima vez que disfrutase de la tranquilidad del bosque y tardé en seguir mi camino. Tras una corta caminata, había llegado al línde del bosque. Ya se podían ver las docenas de casas expulsando humo. Su olor llegaba hasta aquí.
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- ¿Pero por qué tenemos que adentrarnos en su territorio? ¿Qué han hecho ellos por nosotros? Lo único que hacen es explotar nuestros bosques - dije aún más agresiva.
- Precisamente por eso, querida - volvió a responder padre suavemente, su voz parecía un susurro -. Hoy en día convivimos en paz con los humanos, pero quién sabe si algún día deberemos luchar para defender nuestras tierras. Por eso, hija, tú más que nadie, como hija del jefe, debes aprender de ellos para el día en que yo ya no esté aquí.
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Una gota de agua comenzó a caer, seguida de miles de sus hermanas. Me coloqué bien la capucha y terminé de cruzar el linde.
- Será mejor que cambie a una forma más fácil de esconderse - informó Sahik y un ligero vapor casi imperceptible salío de la lechuza introduciéndose en un ratón de campo que circundaba la zona. El pequeño roedor subió por mi pierna y se introdujo en mi bolsa -. Ya podemos seguir.
Los caminos de la ciudad eran un puro barrizal debido a la incesante lluvia y llegué a lo que parecía una posada o taberna. Observé el cartel que colgaba de la entrada, "La buena comida" y escondí mi espada y mi arco bajo la capa antes de entrar por la puerta. El apestoso olor que inundaba la estancia hizo que me llevase en un acto reflejo la mano a la nariz nada más abrir la puerta y el ruido que gobernaba la sala era infernal. "¿Cómo pueden aguantar este olor?" pensé, y aguantando la respiración me acerqué hasta la barra, donde un señor de anchos huesos y bastante desaliñado parecía atender a todo el mundo.
- Hare nai, ish daru...
- Qui no habramos eze idioma tan fluio, zeñooor... - me interrumpió el posadero intentando avistar bajo la capucha.
- Genial, empezamos bien - me dije a mi misma y tras un rato pensando cuales eran las palabras correctas le volví a formular la pregunta en su idioma - Buenas tardes... deseaba algo de ... comer y beber.
- Archando - respondió el hombre y se marchó a la cocina.
No tardó en volver con una cerveza en una jarra de madera casi podrida y un plato de algo que parecía estofado con un olor peor que el que regentaba en la posada. Aquello fue el colmo, me llevé la mano a la boca y salí a empujones lo más rápido que pude de la posada. Una vez fuera me apoyé contra la pared y comencé a vomitar sobre el barro. "La buena comida..." pensé.
Aëdhe- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Aëdhe Thyraiel
Raza: Elfa Silvana
Profesión: Exploradora
Re: El batallón escarlata
Mis pensamientos, en este momento, son oscuros, como todo lo que ahora mismo me rodea, ¿qué esperas de un hombre al que su propio pueblo traicionó y expulsó?, un hombre el cual está casado con la desgracia, y sus mejores y únicos compañeros son la mala suerte y la desilusión.
Pensaréis que exagero, pues no podéis equivocaros más, ya que toda mi vida he sufrido y padecido este terrible mal, mi pueblo vino a por mí gracias a él, y por él estoy ahora aquí sentado, mirando la suciedad de todo lo que me rodea, y soportando olores tan fuertes, que ni llevando aquí pocos días, me he podido acostumbrar a ellos. A veces me arrepiento del único momento en mi vida que tuve suerte, el momento en el que logré escaparme de mi pueblo, y a veces yo mismo me maldigo, por haber tenido tanta suerte, para estar una vida entera privándome de ella...
<------------------------------>
Como veréis, mis pensamientos no son lo que se puede decir alegres, por ello estoy aquí sentado, inclinándome hacia delante, apoyando los brazos en mis rodillas y mirándome las manos con la cabeza agachada. Pero no tengáis pena de mí, pues hay algo más penoso que yo, el lugar donde estoy.
Al mirar al suelo, puedo ver muchas cosas, veo algo de piedras minúsculas, removidas de su lugar en el suelo, paja por todos lados, manchas de distintos colores, y debajo mía la "cama" de paja, que es más dura que la misma piedra. En uno de los rincones, hay algo que es mejor que no os describa, pero que solo os digo, que no ayuda para nada al repugnante olor a húmedo y podrido de este lugar. Delante y detrás mía sólo hay paredes, de piedra fría y oscura, también repletas de manchas, a mi derecha hay otra pared, pero con una leve diferencia, por la parte de arriba de ella, hay una pequeña ventana con barrotes, la única alegría aquí, ya que por él entra algo de luz que hace mi vida en este lugar un poco más llevadera.
Al otro extremo no hay pared, solo barrotes, de hierro bruto y oxidado, cumpliendo una terrible función, privarme de mi preciada libertad, detrás de estos barrotes, hay otros, en otra habitación exactamente igual a la mía, y entre estas habitaciones, hay un pasillo, el cual lleva, a otras habitaciones como estas, y a la salida, el lugar donde con toda mi alma, me gustaría estar.
En otra celda que no llego a ver, hay otra persona, aunque sólo escucho de él pequeños quejidos lastimeros, por lo que no puedo ni siquiera imaginar, en el estado que está el que comparte mi suerte.
<------------------------------>
Estaba anocheciendo, o eso creo, ya que por la ventana apenas pasa algo de luz. En el momento en el que miraba hacia la ventana, se escuchó un fuerte chirrido metálico, mi cuerpo dio un pequeño salto del susto y miré rápidamente hacia su origen, vi al carcelero entrar, era un hombre alto, con una abultada barriga y una barba grasienta, su rostro estaba marcado completamente, como si hubiera tenido una enfermedad que le destrozó hace mucho tiempo, aunque para mi mala suerte, no lo destrozó tanto como yo hubiera deseado.
-Eh tu - dijo mirándome con odio - Hoy todavía no se ha despertado, ¿sabes qué significa eso no? - Dijo con cara de muy pocos amigos.
- Si - dije con una voz cansada - Que es otro día más en el que te has confundido
- ¡Como te atreves!, por tu culpa Adelle está inconsciente maldito violador - dijo con ira - Cuando se despierte te colgaré en la plaza, para que pueda verte morir y disfrute de ello.
- Sólo te lo voy a repetir una vez más, cuando se despierte, verás que estás muy equivocado, ella misma te lo dirá - dije conteniendo mi furia, por haberme privado otro día de comida, pues mi estomago lleva varios días sin ningún alimento.
- Estúpido, te ofreceré a Verena, y te enterrare en el lugar más asqueroso que encuentre - dijo con voz cruel mientras se perdía de vista.
- Maldito asqueroso - pensé mientras volvía a mirar hacia la ventana - Ojalá aparezcas muerto, ahogado en tu propia sangre - seguí pensando mientras al final, me arrepentí de mis propias palabras.
En ese momento, escuche ruido afuera de la ventana, bastante cerca, parecía una puerta abrirse bruscamente y después otros ruidos que no pude distinguir, era de noche, y alguien estaba cerca, quizás pudieran ayudarme, aunque todos los demás no me hicieron caso cuando los llamé, quizás por fin tenga algo de suerte.
Me levanté lo más rápido que pude, y me las ingenié para llegar a la ventana y poder agarrarme de los barrotes y colgar de ella. Cuando aseguré que no me caería, vi una figura enfrente, un encapuchado que parecía estar vomitando. Era mi oportunidad, a lo mejor estaba borracho y sería más fácil que me ayudase.
- ¿Eh, se encuentra bien?, si, usted, ¿está bien? - dije, con la esperanza de que me hiciese caso.
Pensaréis que exagero, pues no podéis equivocaros más, ya que toda mi vida he sufrido y padecido este terrible mal, mi pueblo vino a por mí gracias a él, y por él estoy ahora aquí sentado, mirando la suciedad de todo lo que me rodea, y soportando olores tan fuertes, que ni llevando aquí pocos días, me he podido acostumbrar a ellos. A veces me arrepiento del único momento en mi vida que tuve suerte, el momento en el que logré escaparme de mi pueblo, y a veces yo mismo me maldigo, por haber tenido tanta suerte, para estar una vida entera privándome de ella...
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Como veréis, mis pensamientos no son lo que se puede decir alegres, por ello estoy aquí sentado, inclinándome hacia delante, apoyando los brazos en mis rodillas y mirándome las manos con la cabeza agachada. Pero no tengáis pena de mí, pues hay algo más penoso que yo, el lugar donde estoy.
Al mirar al suelo, puedo ver muchas cosas, veo algo de piedras minúsculas, removidas de su lugar en el suelo, paja por todos lados, manchas de distintos colores, y debajo mía la "cama" de paja, que es más dura que la misma piedra. En uno de los rincones, hay algo que es mejor que no os describa, pero que solo os digo, que no ayuda para nada al repugnante olor a húmedo y podrido de este lugar. Delante y detrás mía sólo hay paredes, de piedra fría y oscura, también repletas de manchas, a mi derecha hay otra pared, pero con una leve diferencia, por la parte de arriba de ella, hay una pequeña ventana con barrotes, la única alegría aquí, ya que por él entra algo de luz que hace mi vida en este lugar un poco más llevadera.
Al otro extremo no hay pared, solo barrotes, de hierro bruto y oxidado, cumpliendo una terrible función, privarme de mi preciada libertad, detrás de estos barrotes, hay otros, en otra habitación exactamente igual a la mía, y entre estas habitaciones, hay un pasillo, el cual lleva, a otras habitaciones como estas, y a la salida, el lugar donde con toda mi alma, me gustaría estar.
En otra celda que no llego a ver, hay otra persona, aunque sólo escucho de él pequeños quejidos lastimeros, por lo que no puedo ni siquiera imaginar, en el estado que está el que comparte mi suerte.
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Estaba anocheciendo, o eso creo, ya que por la ventana apenas pasa algo de luz. En el momento en el que miraba hacia la ventana, se escuchó un fuerte chirrido metálico, mi cuerpo dio un pequeño salto del susto y miré rápidamente hacia su origen, vi al carcelero entrar, era un hombre alto, con una abultada barriga y una barba grasienta, su rostro estaba marcado completamente, como si hubiera tenido una enfermedad que le destrozó hace mucho tiempo, aunque para mi mala suerte, no lo destrozó tanto como yo hubiera deseado.
-Eh tu - dijo mirándome con odio - Hoy todavía no se ha despertado, ¿sabes qué significa eso no? - Dijo con cara de muy pocos amigos.
- Si - dije con una voz cansada - Que es otro día más en el que te has confundido
- ¡Como te atreves!, por tu culpa Adelle está inconsciente maldito violador - dijo con ira - Cuando se despierte te colgaré en la plaza, para que pueda verte morir y disfrute de ello.
- Sólo te lo voy a repetir una vez más, cuando se despierte, verás que estás muy equivocado, ella misma te lo dirá - dije conteniendo mi furia, por haberme privado otro día de comida, pues mi estomago lleva varios días sin ningún alimento.
- Estúpido, te ofreceré a Verena, y te enterrare en el lugar más asqueroso que encuentre - dijo con voz cruel mientras se perdía de vista.
- Maldito asqueroso - pensé mientras volvía a mirar hacia la ventana - Ojalá aparezcas muerto, ahogado en tu propia sangre - seguí pensando mientras al final, me arrepentí de mis propias palabras.
En ese momento, escuche ruido afuera de la ventana, bastante cerca, parecía una puerta abrirse bruscamente y después otros ruidos que no pude distinguir, era de noche, y alguien estaba cerca, quizás pudieran ayudarme, aunque todos los demás no me hicieron caso cuando los llamé, quizás por fin tenga algo de suerte.
Me levanté lo más rápido que pude, y me las ingenié para llegar a la ventana y poder agarrarme de los barrotes y colgar de ella. Cuando aseguré que no me caería, vi una figura enfrente, un encapuchado que parecía estar vomitando. Era mi oportunidad, a lo mejor estaba borracho y sería más fácil que me ayudase.
- ¿Eh, se encuentra bien?, si, usted, ¿está bien? - dije, con la esperanza de que me hiciese caso.
Tissen- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 13/08/2010
Edad : 36
Localización : El puerto de Santa María
Personaje
Nombre del Personaje: Tissan Troass
Raza: Humano
Profesión: Vagabundo
Re: El batallón escarlata
Me encontraba cabizbaja, con ambas manos apoyadas en la pared, intentando recuperarme de la fatiga producida por aquel nefasto ambiente, cuando alguien llamó mi atención.
- Psst, ¿Eh, se encuentra bien?
Miré hacia los lados hasta descubrir que la voz provenía de una pequeña reja situada en la parte inferior de una de las casas.
- Si, usted ¿está bien?
Secándome el sudor de la frente con el dorso de la mano y volviendo a ajustar la capucha, me acerqué hacia aquella pequeña ventana. Pude contemplar que era un humano, agarrado a los barrotes de lo que parecía ser una celda, intentando llamar mi atención. Debía andar con cuidado.
- ¿Cómo te llamas? - me preguntó en cuanto me puse en cuclillas junto a los barrotes.
- Aëdhe - respondí secamente.
- Muy bien Aede, ¿puedes...
- No, no, no. Es Aëdhe, no Aede - le interrumpí -. El -dhe debe pronunciarse como un susurro ... Aëdhe.
- ¿Eh? ... - el desconocido me miró con cara extrañada, como si le estuviese gastando una broma - ... ¡Me importa un bledo como se pronuncie! ¿Puedes ayudarme?
- Psst, ¿Eh, se encuentra bien?
Miré hacia los lados hasta descubrir que la voz provenía de una pequeña reja situada en la parte inferior de una de las casas.
- Si, usted ¿está bien?
Secándome el sudor de la frente con el dorso de la mano y volviendo a ajustar la capucha, me acerqué hacia aquella pequeña ventana. Pude contemplar que era un humano, agarrado a los barrotes de lo que parecía ser una celda, intentando llamar mi atención. Debía andar con cuidado.
- ¿Cómo te llamas? - me preguntó en cuanto me puse en cuclillas junto a los barrotes.
- Aëdhe - respondí secamente.
- Muy bien Aede, ¿puedes...
- No, no, no. Es Aëdhe, no Aede - le interrumpí -. El -dhe debe pronunciarse como un susurro ... Aëdhe.
- ¿Eh? ... - el desconocido me miró con cara extrañada, como si le estuviese gastando una broma - ... ¡Me importa un bledo como se pronuncie! ¿Puedes ayudarme?
Aëdhe- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Aëdhe Thyraiel
Raza: Elfa Silvana
Profesión: Exploradora
Re: El batallón escarlata
- ... ¡Me importa un bledo como se pronuncie! ¿Puedes ayudarme? - respondí con ansia esperando que me ayudase.
Al ver que tardaba un poco en reaccionar, le dije: - Mira te explico rápidamente, soy un viajero que llegó hace unos días a este pueblo, y al entrar vi que a una mujer, se le escapó volando una prenda a las ramas de un árbol, y yo amablemente subí para devolvérselas, con tan mala suerte que la rama cedió, y caí sobre ella, hiriéndola en la cabeza, y uno de los ciudadanos, se equivocó con lo que estaba pasando, necesito que me ayudes a encontrarla, se llama Adelle y he oído que es la hija de un menestral, tráela aquí, me están matando de hambre - dije con cara de pena.
Al pasar unos instantes y ver su reacción, me apresuré a decir: - ¡¿Qué pasa?!, ¿no te lo crees? - mis palabras sonaron más lastimeras de lo que quise, pues, estaba desesperado y mi estomago hacía mucho que no estaba lleno.
- Por favor, solo necesito que la busques, nadie en este pueblo me hace caso, y aparte de matarme de hambre, me han dicho que pronto me colgaran en la plaza, si me ayudas, haré lo que quieras por ti – dije intentando convencerla, aunque no le he dado tiempo a responderme, ya me imaginaba que se negaría a ayudarme, pues nadie ha querido en varios días – ¿Lo harás?.
Al ver que tardaba un poco en reaccionar, le dije: - Mira te explico rápidamente, soy un viajero que llegó hace unos días a este pueblo, y al entrar vi que a una mujer, se le escapó volando una prenda a las ramas de un árbol, y yo amablemente subí para devolvérselas, con tan mala suerte que la rama cedió, y caí sobre ella, hiriéndola en la cabeza, y uno de los ciudadanos, se equivocó con lo que estaba pasando, necesito que me ayudes a encontrarla, se llama Adelle y he oído que es la hija de un menestral, tráela aquí, me están matando de hambre - dije con cara de pena.
Al pasar unos instantes y ver su reacción, me apresuré a decir: - ¡¿Qué pasa?!, ¿no te lo crees? - mis palabras sonaron más lastimeras de lo que quise, pues, estaba desesperado y mi estomago hacía mucho que no estaba lleno.
- Por favor, solo necesito que la busques, nadie en este pueblo me hace caso, y aparte de matarme de hambre, me han dicho que pronto me colgaran en la plaza, si me ayudas, haré lo que quieras por ti – dije intentando convencerla, aunque no le he dado tiempo a responderme, ya me imaginaba que se negaría a ayudarme, pues nadie ha querido en varios días – ¿Lo harás?.
Tissen- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 13/08/2010
Edad : 36
Localización : El puerto de Santa María
Personaje
Nombre del Personaje: Tissan Troass
Raza: Humano
Profesión: Vagabundo
Re: El batallón escarlata
Comí abundantemente y bebí demasiado sin darme cuenta de muchos ojos envidiosos.
Cuando me di cuenta varios me rodeaban, sin pensarlo me levante tirando la silla y con paso firme me encaminaba a la salida.
“heee, tú, ¿donde te crees que vas?”.
Mire furioso…
“no sé si en kreise hay buenos guerreros pero espero que haya gente inteligente”.
Salí de allí y no volvería jamás a la posada “mar de cebada”.
El jinete negro cruzaba la densa noche ya que había dejado de llover, recorría el pueblo buscando un sitio donde cobijarse un rato.
Algo llamó su atención y se quedo mirando una charla de un encarcelado y una encapuchada.
Cuando me di cuenta varios me rodeaban, sin pensarlo me levante tirando la silla y con paso firme me encaminaba a la salida.
“heee, tú, ¿donde te crees que vas?”.
Mire furioso…
“no sé si en kreise hay buenos guerreros pero espero que haya gente inteligente”.
Salí de allí y no volvería jamás a la posada “mar de cebada”.
El jinete negro cruzaba la densa noche ya que había dejado de llover, recorría el pueblo buscando un sitio donde cobijarse un rato.
Algo llamó su atención y se quedo mirando una charla de un encarcelado y una encapuchada.
Retrin- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 03/08/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Retrin el sombrío
Raza: Humano
Profesión: Asesino
Re: El batallón escarlata
Pensativo, con la mirada perdida sobre la hoguera, sin saber que decir, no reaccionaba... tan solo se me venian a la cabeza recuerdos de mi niñez, mi primer arma...
Tan solo era un niño de 11 años, que había pasado toda su vida ayudando a su padre con la forja de armas y armaduras, cuando un buen dia...
- Hijo mio, cierra los ojos y ven. Dijo Dungar (Mi padre).
- Voy papa.
Recuerdo la inmensa ilusión que me hizo que me llamara al fin, el pobre habia estado forjando algo durante todas las noches desde hacia meses, se levantaba a media noche y pensaba que no me daba cuenta, yo sabía que me estaba preparando algo y era el momento de verlo. Fui raudo hacia la forja, como llevaba los ojos cerrados me golpee la cabeza un par de veces, pero alcance la puerta.
- Mira lo que han dejado los dioses para ti. Dijo mi padre con rotuntidad mientras me señalaba con sus brazos hacia un hacha que se apoyaba sobre el yunque.
- No han sido los dioses, has sido tu durante muchas noches padre. Menuda respuesta le di al pobre, meses de trabajo para que tu hijo te soltara una bordería semejante... se puso muy muy serio y replico:
- Tu simplemente cojela anda, es un regalo, intenta alzarla si puedes.
Obviamente no pude alzarla apenas, era un hacha mucho mas alta que yo y que pesaba como una vaca , de todas formas era el hacha mas hermosa que había visto jamás. Hacha que a dia de hoy todavia guardo...
Confuso, Aturdido, desorientado, fuera de lugar, miraba y miraba la hoguera cuando se me seguían viniendo a la cabeza momentos de mi vida, como cuando fui a hacerme sacerdote, tenia 28 años y quise darle un vuelco a mi vida, la vida de herrero junto a padre estaba bien pero yo preferia ayudar a los demas, asi que me diriji al templo de Sigmar mas cercano...
Iba caminando en una noche lluviosa, las calles estaban mas vacias de lo normal cuando oi una voz grave:
- Me gusta tu hacha.
- ¿Perdon?. Respondí mientras me giraba y veia una figura de gran altura.
- Me gusta tu hacha y me la daras, por las buenas o por las malas.
- Mira jovencito, este hacha tiene mas años que tu y al menos el doble que tu cerebro. Si lo hubiera sabido no lo hubiera enfurecido.
- Já ¿Un medio ser al que le huele la cabeza a pies me amenaza?. Grito mientras desenfundaba una espada.
- ¿Sabes donde esta el ultimo imbecil que me atacó? Bueno, ni yo se donde esta porque salió corriendo. Pero se fue muy malherido.
Lo siguiente que recuerdo es despertarme medio muerto, con todo el torso vendado mientras mi padre me acercaba un cuenco con agua.
- Bien, creo que tengo que forjarte tambien una armadura. Que sepas que detuvieron al que intento asesinarte, pasara en prisión largo tiempo. Apenas podia hablar, asi que pase un largo tiempo recuperandome...
Triste, melancolico, muchas voces lloraban a mi alrededor, finalmente di un paso hacia delante y me puse al lado de la hoguera donde ardian los restos de mi padre:
Todo lo que he llegado a ser en esta vida se lo debo a el, que Sigmar te acoja en su seno, eres el enano mas grande que ha dado el viejo mundo.
Todos los asistentes al funeral aplaudieron y se fueron dispersando, cada uno marchó hacia su hogar, yo me quede a los pies de la pira de rodillas, dedicandole oraciones a Sigmar para que cuidara de mi padre, nunca te olvidare padre.
Tan solo era un niño de 11 años, que había pasado toda su vida ayudando a su padre con la forja de armas y armaduras, cuando un buen dia...
- Hijo mio, cierra los ojos y ven. Dijo Dungar (Mi padre).
- Voy papa.
Recuerdo la inmensa ilusión que me hizo que me llamara al fin, el pobre habia estado forjando algo durante todas las noches desde hacia meses, se levantaba a media noche y pensaba que no me daba cuenta, yo sabía que me estaba preparando algo y era el momento de verlo. Fui raudo hacia la forja, como llevaba los ojos cerrados me golpee la cabeza un par de veces, pero alcance la puerta.
- Mira lo que han dejado los dioses para ti. Dijo mi padre con rotuntidad mientras me señalaba con sus brazos hacia un hacha que se apoyaba sobre el yunque.
- No han sido los dioses, has sido tu durante muchas noches padre. Menuda respuesta le di al pobre, meses de trabajo para que tu hijo te soltara una bordería semejante... se puso muy muy serio y replico:
- Tu simplemente cojela anda, es un regalo, intenta alzarla si puedes.
Obviamente no pude alzarla apenas, era un hacha mucho mas alta que yo y que pesaba como una vaca , de todas formas era el hacha mas hermosa que había visto jamás. Hacha que a dia de hoy todavia guardo...
Confuso, Aturdido, desorientado, fuera de lugar, miraba y miraba la hoguera cuando se me seguían viniendo a la cabeza momentos de mi vida, como cuando fui a hacerme sacerdote, tenia 28 años y quise darle un vuelco a mi vida, la vida de herrero junto a padre estaba bien pero yo preferia ayudar a los demas, asi que me diriji al templo de Sigmar mas cercano...
Iba caminando en una noche lluviosa, las calles estaban mas vacias de lo normal cuando oi una voz grave:
- Me gusta tu hacha.
- ¿Perdon?. Respondí mientras me giraba y veia una figura de gran altura.
- Me gusta tu hacha y me la daras, por las buenas o por las malas.
- Mira jovencito, este hacha tiene mas años que tu y al menos el doble que tu cerebro. Si lo hubiera sabido no lo hubiera enfurecido.
- Já ¿Un medio ser al que le huele la cabeza a pies me amenaza?. Grito mientras desenfundaba una espada.
- ¿Sabes donde esta el ultimo imbecil que me atacó? Bueno, ni yo se donde esta porque salió corriendo. Pero se fue muy malherido.
Lo siguiente que recuerdo es despertarme medio muerto, con todo el torso vendado mientras mi padre me acercaba un cuenco con agua.
- Bien, creo que tengo que forjarte tambien una armadura. Que sepas que detuvieron al que intento asesinarte, pasara en prisión largo tiempo. Apenas podia hablar, asi que pase un largo tiempo recuperandome...
Triste, melancolico, muchas voces lloraban a mi alrededor, finalmente di un paso hacia delante y me puse al lado de la hoguera donde ardian los restos de mi padre:
Todo lo que he llegado a ser en esta vida se lo debo a el, que Sigmar te acoja en su seno, eres el enano mas grande que ha dado el viejo mundo.
Todos los asistentes al funeral aplaudieron y se fueron dispersando, cada uno marchó hacia su hogar, yo me quede a los pies de la pira de rodillas, dedicandole oraciones a Sigmar para que cuidara de mi padre, nunca te olvidare padre.
Lifebringer- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 03/08/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Girard The Lifebringer
Raza: Enano
Profesión: Sacerdote
Re: El batallón escarlata
Una sonrisa se esbozó en mi rostró y solté una pequeña carcajada. Tenía que admitirlo, aquel preso tenía una gran imaginación.
- Es una historia increible - le respondí aplaudiendo suavemente - ¿A todo el mundo le cuentas la misma historía?
Mis palabras fueron puñales en su corazón. El reo agachó la cabeza y se descolgó, anotando un fracaso más a sus intentos de salir de allí.
- Deberías tener más cuidado, acabo de salir del bosque pero eso no significa que sea una novata. ¿Al próximo que venga por qué no le dices que fue Khorne? - se me escapó una carcajada más sonora que le hirió aún más - Sin embargo, me has caido bien, así que toma - saqué una pequeña bolsa de bayas y se la lancé -. No me gusta que un criminal esté tan débil como para no poder afrontar su propio juicio. Aliméntate...
Interrumpí la frase, pues giré mi rostro levemente y noté como un tercer invitado nos observaba desde el callejón. Asustada por la presencia de un posible guardía, me alejé corriendo de la ventana enrejada lo más rápido que pude, ignorando las súplicas de aquel hombre.
- Has sido muy cruel con ese hombre - me sermoneó Sahik en cuanto nos alejamos lo suficiente.
- Es culpa suya, si quería mentirme podía haber inventado una historia menos fantástica - le contesté abriendo ligeramente la bolsa para mirarle a los ojos.
- Ese temperamento tuyo te trajo muchos problemas con tus hermanos y te traerá aún más con los humanos - respondió asomando su cabecita.
- ¿Sabes que te contesta mi temperamento? - le dí un pequeño empujón al roedor para volver a introducirle en la bolsa y cerré el lazo con fuerza - Así aprend... - me golpeé con violencia contra alguien - ¡Eh, ten más cuid...
Levanté la mirada y contemplé que no había nadie ante mí. En su lugar se encontraba una horca que en la oscuridad de la noche se alzaba tétrica hasta el cielo. Permanecí un rato pensativa ante aquella cuerda que oscilaba con la brisa y volví a abrir mi bolsa.
- Sahik, ¿crees que aquel hombre pudiera estar diciendo la verdad?
- Todo lo que una persona dice tiene las mismas posibilidades de ser cierta que de ser falsa. Así que es posible.
De repente una sensación de pesadez me embargó. Había condenado a muerte a un posible inocente. Volví sobre mis pasos y con sumo cuidado me asomé al callejón donde daba la ventana del prisionero. No parecía haber nadie alli por ahora y me arrodillé junto al hueco.
- Eh, tú... acércate.
- ¿Vuelves para insultarme? - su voz parecía temblorosa, apunto de caer en la desesperanza plena.
- Cállate y acércate de una vez - el hombre dudó, pero acabó acercándose cabizbajo hacia las rejas - ¡Más! ¡Y alza la cabeza!
El prisionero levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los mios. Estuve un largo rato observando aquellos ojos marrones, intentando penetrar en ellos, intentando encontrar la verdad. El reo permaneció inmóvil, sin saber que estaba ocurriendo.
- Muy bien - dije recogiendo mi capucha y mostrándole mi rostro por primera vez - Te ayudaré, pero no puedo prometer que me vayan a hacer caso - noté como sus ojos se iluminaron.
- Es una historia increible - le respondí aplaudiendo suavemente - ¿A todo el mundo le cuentas la misma historía?
Mis palabras fueron puñales en su corazón. El reo agachó la cabeza y se descolgó, anotando un fracaso más a sus intentos de salir de allí.
- Deberías tener más cuidado, acabo de salir del bosque pero eso no significa que sea una novata. ¿Al próximo que venga por qué no le dices que fue Khorne? - se me escapó una carcajada más sonora que le hirió aún más - Sin embargo, me has caido bien, así que toma - saqué una pequeña bolsa de bayas y se la lancé -. No me gusta que un criminal esté tan débil como para no poder afrontar su propio juicio. Aliméntate...
Interrumpí la frase, pues giré mi rostro levemente y noté como un tercer invitado nos observaba desde el callejón. Asustada por la presencia de un posible guardía, me alejé corriendo de la ventana enrejada lo más rápido que pude, ignorando las súplicas de aquel hombre.
- Has sido muy cruel con ese hombre - me sermoneó Sahik en cuanto nos alejamos lo suficiente.
- Es culpa suya, si quería mentirme podía haber inventado una historia menos fantástica - le contesté abriendo ligeramente la bolsa para mirarle a los ojos.
- Ese temperamento tuyo te trajo muchos problemas con tus hermanos y te traerá aún más con los humanos - respondió asomando su cabecita.
- ¿Sabes que te contesta mi temperamento? - le dí un pequeño empujón al roedor para volver a introducirle en la bolsa y cerré el lazo con fuerza - Así aprend... - me golpeé con violencia contra alguien - ¡Eh, ten más cuid...
Levanté la mirada y contemplé que no había nadie ante mí. En su lugar se encontraba una horca que en la oscuridad de la noche se alzaba tétrica hasta el cielo. Permanecí un rato pensativa ante aquella cuerda que oscilaba con la brisa y volví a abrir mi bolsa.
- Sahik, ¿crees que aquel hombre pudiera estar diciendo la verdad?
- Todo lo que una persona dice tiene las mismas posibilidades de ser cierta que de ser falsa. Así que es posible.
De repente una sensación de pesadez me embargó. Había condenado a muerte a un posible inocente. Volví sobre mis pasos y con sumo cuidado me asomé al callejón donde daba la ventana del prisionero. No parecía haber nadie alli por ahora y me arrodillé junto al hueco.
- Eh, tú... acércate.
- ¿Vuelves para insultarme? - su voz parecía temblorosa, apunto de caer en la desesperanza plena.
- Cállate y acércate de una vez - el hombre dudó, pero acabó acercándose cabizbajo hacia las rejas - ¡Más! ¡Y alza la cabeza!
El prisionero levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los mios. Estuve un largo rato observando aquellos ojos marrones, intentando penetrar en ellos, intentando encontrar la verdad. El reo permaneció inmóvil, sin saber que estaba ocurriendo.
- Muy bien - dije recogiendo mi capucha y mostrándole mi rostro por primera vez - Te ayudaré, pero no puedo prometer que me vayan a hacer caso - noté como sus ojos se iluminaron.
Aëdhe- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Aëdhe Thyraiel
Raza: Elfa Silvana
Profesión: Exploradora
Re: El batallón escarlata
En voz alta dijo retrin: “vaya vaya que tenemos aquí algo nuevo para el viejo mundo… bondad en el imperio… (sonríe burlonamente) muchacha te vas a meter en problemas por ayudar a un pobre desgraciado que no vale más que el calzado que usa… si eres inteligente continuaras tu camino y este hombre aceptara la verdad… que ya esta muerto.”
Retrin- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 03/08/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Retrin el sombrío
Raza: Humano
Profesión: Asesino
Re: El batallón escarlata
Realmente, me quede atónito durante unos instantes, ¿quien demonios era ese hombre, y qué le importaba lo que hacían los demás?
- Sinceramente, no creo que esto le incumba - me apresuré a decir antes de que mi única oportunidad de salir de ese sitio se esfumara - Creo que debería de seguir su camino.
Miré fijamente a la elfa que tenía delante y le dije muy seriamente - Espero que no sea una broma, ya he tenido suficiente con lo que me has dicho antes... Si de verdad me ayudas, estaré en deuda contigo, noble elfa - le dije mientras me acercaba a los barrotes, y cuando mi cara rozó el frío metal, y el olor del óxido entro por mi nariz, susurré - Por favor, ten cuidado, me da mala espina ese hombre.
- AAAAAAAAAAAHH - chillé, mientras perdí el equilibro por haberme acercado tanto. Mi mano resbaló, y la otra mano, no pudo aguantar todo mi peso, me desplomé como un saco lleno de patatas hacia el suelo, y para cuando llegué a él, mi cabeza se golpeó con la pared, y una punzada de dolor, me recorrió toda la cabeza, cuando vi un chorreón de sangre, brotando de ella, y bañando toda mi cara.
Me mareé mucho, no podía levantarme, lo único que pude hacer es llevarme las manos a la herida, y soltar algunos improperios, seguidos de quejidos, que ya salían por su propia cuenta, cuando me sucedía alguna situación como esta.
- Sinceramente, no creo que esto le incumba - me apresuré a decir antes de que mi única oportunidad de salir de ese sitio se esfumara - Creo que debería de seguir su camino.
Miré fijamente a la elfa que tenía delante y le dije muy seriamente - Espero que no sea una broma, ya he tenido suficiente con lo que me has dicho antes... Si de verdad me ayudas, estaré en deuda contigo, noble elfa - le dije mientras me acercaba a los barrotes, y cuando mi cara rozó el frío metal, y el olor del óxido entro por mi nariz, susurré - Por favor, ten cuidado, me da mala espina ese hombre.
- AAAAAAAAAAAHH - chillé, mientras perdí el equilibro por haberme acercado tanto. Mi mano resbaló, y la otra mano, no pudo aguantar todo mi peso, me desplomé como un saco lleno de patatas hacia el suelo, y para cuando llegué a él, mi cabeza se golpeó con la pared, y una punzada de dolor, me recorrió toda la cabeza, cuando vi un chorreón de sangre, brotando de ella, y bañando toda mi cara.
Me mareé mucho, no podía levantarme, lo único que pude hacer es llevarme las manos a la herida, y soltar algunos improperios, seguidos de quejidos, que ya salían por su propia cuenta, cuando me sucedía alguna situación como esta.
Tissen- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 13/08/2010
Edad : 36
Localización : El puerto de Santa María
Personaje
Nombre del Personaje: Tissan Troass
Raza: Humano
Profesión: Vagabundo
Re: El batallón escarlata
Con una mochila repleta de comida, montaba yo a mi pony "Veloz", obviamente le llamo Veloz por lo lentísimo que es, eran días duros para mi, hacía menos de una semana que mi padre había fallecido y ahora, después de muchos años me veia obligado a peregrinar ¿El motivo? El principal sacerdote del templo de Sigmar en Kreise tenía problemas de salud y como no, me toco a mi suplirle... menuda gracia que me hacía.
El viaje se alargaba y se alargaba, pienso que si hubiese ido a pie hubiera tardado menos que en "Veloz", un día hice una gran hoguera para descansar, empeze a calentar algunos de mis alimentos mientras se me vino a la cabeza la historia de mi nombramiento como sacerdote...
Había pasado un año desde mi desafortunado accidente, ahora si llege al templo de Sigmar sin que me asaltara nadie, estaba preparado para intentar ser sacerdote, llege con toda la ilusión del mundo y le dije al sacerdote:
- Buenas noble sacerdote, mi nombre es Girard y quiero ser sacerdote.
- mmm... seguir los designios de Sigmar no es un trabajo facil, te pondre a prueba, seras un monaguillo mas del templo y veré tus avances. Puedes empezar por ahi.
- Pero señor... ahí no hay nada.
- ¿Que ahí no hay nada? ¿Discutes una orden directa? Desde aqui se pueden ver las motas de polvo, son del tamaño de tu cabeza, corre a limpiarlas.
Buen comienzo, era el sirviente del Sacerdote de mas alto rango del templo, no se cuantas veces tuve que limpiar el templo, me conocia cada rinconcito, pues es lo unico que hice durante meses. Pero un buen dia todo cambió...
Andaba yo limpiando alrededor de los portones del templo, cuando se escucho un grito.
- ¡¡¡¡AYUDAAAA un hombre malherido!!!!
Solte la escoba con violencia y corrí a socorrer al hombre, era mi momento, si quería ser sacerdote, además de limpiar bien el templo, tenía que ayudar a los demás.
- Apartaos todos, yo lo salvaré. Menuda tonteria, no tenia ningun tipo de concepto de medicina y apenas dominaba la magia, pero por primera vez en mi vida, ocurrió un milagro, al rozar el brazo del hombre malherido (habia sido asaltado por un ladrón) mis manos se iluminaron como el sol, todo paso muy rápido, a dia de hoy sigo pensando que Sigmar quería que ese hombre sobreviese. El brazo del hombre se ilumino con la misma intensidad y al momento estaba en pie, brotaron de sus ojos lagrimas de alegría, corrió hacia mi y me dio un fuerte abrazo.
La gente me aplaudió, entre ellos, el sacerdote del templo el cual se limitó a hacer una mueca de agrado.
Al dia siguiente, tal como llege al templo y coji mi escoba, el sacerdote me dijo:
- Suelta eso. Desde que llegastes has aprendido mucho, has ayudado a los demas, no has incumplido mis ordenes por estupidas que fuesen, has aprendido los caminos de Sigmar y has aprendido a usar algo de magia curativa, ayer... me sorprendistes, distes la vida a un moribundo, eso esta al alcance de muy pocos, a partir de hoy seras Girard The Lifebringer.
- Señor, en otras palabras, ¿esto significa que no tengo que barrer mas?. Como podreis comprobar, las respuestas sutiles, de agradecimiento o de cualquier tipo, no son lo mio, lo mio era quedar mal...
En unos 10 dias llege a Kreise, antes de ir al templo me di una vueltecita en "Veloz" para conocer la ciudad.
Anduve por toda la ciudad de Kreise, me percaté de muchas cosas, no era una ciudad demasiado grande, pero tenía su encanto, el encanto de lo horrible.
Entre unas calles oi un fuerte grito:
- AAAAAAAAAAAHH -
- Vuelta a empezar... pensé.
Me acerque y vi la escena, un humano y una elfa rondaban el ventanal de una prisión, la situación cuanto menos, era extraña.
- EN EL NOMBRE DE SIGMAR, ¿Qué ha pasado aquí?
El viaje se alargaba y se alargaba, pienso que si hubiese ido a pie hubiera tardado menos que en "Veloz", un día hice una gran hoguera para descansar, empeze a calentar algunos de mis alimentos mientras se me vino a la cabeza la historia de mi nombramiento como sacerdote...
Había pasado un año desde mi desafortunado accidente, ahora si llege al templo de Sigmar sin que me asaltara nadie, estaba preparado para intentar ser sacerdote, llege con toda la ilusión del mundo y le dije al sacerdote:
- Buenas noble sacerdote, mi nombre es Girard y quiero ser sacerdote.
- mmm... seguir los designios de Sigmar no es un trabajo facil, te pondre a prueba, seras un monaguillo mas del templo y veré tus avances. Puedes empezar por ahi.
- Pero señor... ahí no hay nada.
- ¿Que ahí no hay nada? ¿Discutes una orden directa? Desde aqui se pueden ver las motas de polvo, son del tamaño de tu cabeza, corre a limpiarlas.
Buen comienzo, era el sirviente del Sacerdote de mas alto rango del templo, no se cuantas veces tuve que limpiar el templo, me conocia cada rinconcito, pues es lo unico que hice durante meses. Pero un buen dia todo cambió...
Andaba yo limpiando alrededor de los portones del templo, cuando se escucho un grito.
- ¡¡¡¡AYUDAAAA un hombre malherido!!!!
Solte la escoba con violencia y corrí a socorrer al hombre, era mi momento, si quería ser sacerdote, además de limpiar bien el templo, tenía que ayudar a los demás.
- Apartaos todos, yo lo salvaré. Menuda tonteria, no tenia ningun tipo de concepto de medicina y apenas dominaba la magia, pero por primera vez en mi vida, ocurrió un milagro, al rozar el brazo del hombre malherido (habia sido asaltado por un ladrón) mis manos se iluminaron como el sol, todo paso muy rápido, a dia de hoy sigo pensando que Sigmar quería que ese hombre sobreviese. El brazo del hombre se ilumino con la misma intensidad y al momento estaba en pie, brotaron de sus ojos lagrimas de alegría, corrió hacia mi y me dio un fuerte abrazo.
La gente me aplaudió, entre ellos, el sacerdote del templo el cual se limitó a hacer una mueca de agrado.
Al dia siguiente, tal como llege al templo y coji mi escoba, el sacerdote me dijo:
- Suelta eso. Desde que llegastes has aprendido mucho, has ayudado a los demas, no has incumplido mis ordenes por estupidas que fuesen, has aprendido los caminos de Sigmar y has aprendido a usar algo de magia curativa, ayer... me sorprendistes, distes la vida a un moribundo, eso esta al alcance de muy pocos, a partir de hoy seras Girard The Lifebringer.
- Señor, en otras palabras, ¿esto significa que no tengo que barrer mas?. Como podreis comprobar, las respuestas sutiles, de agradecimiento o de cualquier tipo, no son lo mio, lo mio era quedar mal...
En unos 10 dias llege a Kreise, antes de ir al templo me di una vueltecita en "Veloz" para conocer la ciudad.
Anduve por toda la ciudad de Kreise, me percaté de muchas cosas, no era una ciudad demasiado grande, pero tenía su encanto, el encanto de lo horrible.
Entre unas calles oi un fuerte grito:
- AAAAAAAAAAAHH -
- Vuelta a empezar... pensé.
Me acerque y vi la escena, un humano y una elfa rondaban el ventanal de una prisión, la situación cuanto menos, era extraña.
- EN EL NOMBRE DE SIGMAR, ¿Qué ha pasado aquí?
Lifebringer- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 03/08/2010
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Nombre del Personaje: Girard The Lifebringer
Raza: Enano
Profesión: Sacerdote
Re: El batallón escarlata
Retrin se quedo congelado al ver el símbolo de sigmar, puso un gesto de sufrimiento mientras inmóvil por su cabeza pasaban montones de recuerdos.
Lo veía como si estuviera allí, un templo de sigmar ardiendo mientras que cae la nieve, el se aleja con cara de odio, un sacerdote de sigmar le ataca con el martillo, el lo para con un cuchillo y aprovecha para cortarle la cabeza con la espada en la otra mano, retrin se vuelve y escupe a un colgante del cadáver, un martillo diminuto, y con gesto de furia se pone la capucha y desaparece entre la nieve en la noche.
Tras momentos de fuertes sentimientos se baja del caballo y dice en voz alta:
“amigo enano, este pobre desgraciado encarcelado le pide a todos lo que pasan que intenten liberarle, ya que se declara inocente a pesar de graves acusaciones”.
Retrin- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 03/08/2010
Personaje
Nombre del Personaje: Retrin el sombrío
Raza: Humano
Profesión: Asesino
Re: El batallón escarlata
Me baje de "Veloz" y me acerque a los dos forasteros.
- Asi que el ser encerrado entre esas rejas, dice ser inocente ¿no?
- Correcto. Me dijo el extraño humano.
- Ayudadme... me encuentro... débil...
- ¿Cual es tu nombre humano?
- Mi nombre no es nuestro principal problema ahora, ¿Que hacemos con este hombre?.
- Y usted, ¿tiene nombre?... Cuando mire a nuestro alrededor, la hermosa elfa que hace unos segundos estaba a nuestro lado se habia marchado.
- ¡Increible! ¡Si estaba ante nuestros ojos hace cinco segundos!
- Dejela, yo tampoco la conozco de nada, estaba hablando con el prisionero.
- Me duele... ayudadme por los dioses...
Aparte al humano de la cicatriz y me asome entre los barrotes.
- Acercate joven humano, yo calmare tu dolor ( o eso espero ).
Dentro de las rejas, había un humano con grandes ojeras y pelo largo, con bastante suciedad y con unos ojos de cordero degollado que gritaban "ayudame, ayudame", le costo casi treinta segundos incorporarse pero consiguió agarrarse con fuerzas a mis manos.
Susurro: "oh sigmar dale una segunda oportunidad a este hombre, todo ser tiene derecho a equivocarse".
Pose mis manos sobre su cabeza, estas se iluminaron y la herida se cerro lentamente... hacía tantísimo que no usaba este hechizo...
- Increible maese enano, ya no me duele nada, absolutamente nada. Dijo aquel hombre mientras sonreia y se tocaba su cabeza.
- Mira chico, sintiendolo mucho poco mas pueudo hacer por ti ahora, llego tarde al lugar donde me esperan y no soy quien para hacer juicio sobre nadie, es mi primer dia en esta ciudad. Al mirar hacia otro lado, el humano de la cicatriz me miraba fijamente, una mezcla de miedo y entusiasmo.
- No debió hacer eso, si esta ahi dentro es por algo.
- ¡Ayudadme soy inocente!
- Mira jovencito, lo unico que puedo hacer volver cuando tenga un rato libre, intentaré acercarme a la noche.
- Este hombre esta condenado, no merece la pena.
- Si Sigmar es capaz de perdonar, yo también, me da igual lo que hiciese.
- Usted vera. Nos quedamos mirandonos ambos fijamente.
- Que pesimista eres muchacho, ¿acaso no estabas aqui para ayudarle?.
- Si le digo la verdad, pase por aqui por casualidad. - ¡Ayudadme!
- Calla coño, que pesado es, como le decía a todo el que pasa le esta contando una historia sobre su inocencia ¿Será verdad? ¿Será mentira? he de admitir que me esta empezando a picar la curiosidad sobre este personaje.
- ¿Puedo hablar ahora?
- mmmm ¿Si?.- ¡¡AYUDADME!!
La situación se ponía tensa, mientras tanto, en una de las esquinas había alguien espiandonos, pero ninguno de los tres nos percatamos. Era la elfa que huyo antes, se habia ocultado en una esquina y había visto toda la situación.
- Ese enano... ha curado al humano malherido... ¿Que debería hacer?
- Asi que el ser encerrado entre esas rejas, dice ser inocente ¿no?
- Correcto. Me dijo el extraño humano.
- Ayudadme... me encuentro... débil...
- ¿Cual es tu nombre humano?
- Mi nombre no es nuestro principal problema ahora, ¿Que hacemos con este hombre?.
- Y usted, ¿tiene nombre?... Cuando mire a nuestro alrededor, la hermosa elfa que hace unos segundos estaba a nuestro lado se habia marchado.
- ¡Increible! ¡Si estaba ante nuestros ojos hace cinco segundos!
- Dejela, yo tampoco la conozco de nada, estaba hablando con el prisionero.
- Me duele... ayudadme por los dioses...
Aparte al humano de la cicatriz y me asome entre los barrotes.
- Acercate joven humano, yo calmare tu dolor ( o eso espero ).
Dentro de las rejas, había un humano con grandes ojeras y pelo largo, con bastante suciedad y con unos ojos de cordero degollado que gritaban "ayudame, ayudame", le costo casi treinta segundos incorporarse pero consiguió agarrarse con fuerzas a mis manos.
Susurro: "oh sigmar dale una segunda oportunidad a este hombre, todo ser tiene derecho a equivocarse".
Pose mis manos sobre su cabeza, estas se iluminaron y la herida se cerro lentamente... hacía tantísimo que no usaba este hechizo...
- Increible maese enano, ya no me duele nada, absolutamente nada. Dijo aquel hombre mientras sonreia y se tocaba su cabeza.
- Mira chico, sintiendolo mucho poco mas pueudo hacer por ti ahora, llego tarde al lugar donde me esperan y no soy quien para hacer juicio sobre nadie, es mi primer dia en esta ciudad. Al mirar hacia otro lado, el humano de la cicatriz me miraba fijamente, una mezcla de miedo y entusiasmo.
- No debió hacer eso, si esta ahi dentro es por algo.
- ¡Ayudadme soy inocente!
- Mira jovencito, lo unico que puedo hacer volver cuando tenga un rato libre, intentaré acercarme a la noche.
- Este hombre esta condenado, no merece la pena.
- Si Sigmar es capaz de perdonar, yo también, me da igual lo que hiciese.
- Usted vera. Nos quedamos mirandonos ambos fijamente.
- Que pesimista eres muchacho, ¿acaso no estabas aqui para ayudarle?.
- Si le digo la verdad, pase por aqui por casualidad. - ¡Ayudadme!
- Calla coño, que pesado es, como le decía a todo el que pasa le esta contando una historia sobre su inocencia ¿Será verdad? ¿Será mentira? he de admitir que me esta empezando a picar la curiosidad sobre este personaje.
- ¿Puedo hablar ahora?
- mmmm ¿Si?.- ¡¡AYUDADME!!
La situación se ponía tensa, mientras tanto, en una de las esquinas había alguien espiandonos, pero ninguno de los tres nos percatamos. Era la elfa que huyo antes, se habia ocultado en una esquina y había visto toda la situación.
- Ese enano... ha curado al humano malherido... ¿Que debería hacer?
Lifebringer- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 03/08/2010
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