No-muertos
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No-muertos
En la oscuridad de sus torres y castillos, los vampiros, gobernantes inmortales de los
diabólicos No Muertos, despiertan de su sueño vastas legiones de zombis y esqueletos y conjuran
criaturas siniestras y seres etéreos del más allá para marchar a la guerra con la intención de acabar
con todas y cada una de las razas del Viejo Mundo.
Cuando las fuerzas de los Señores de los Vampiros marchan a la guerra, el mundo se echa a
temblar. Los No Muertos se cuentan entre las criaturas más peligrosas del mundo conocido. Ligados a
la fuerza de voluntad de uno de los Señores de los No Muertos, se consideran un enemigo feroz y
poderoso. No puede razonarse con ellos ni se les puede sobornar o coaccionar. No conocen el miedo ni
la piedad. No necesitan descansar, ni el calor de un buen fuego, ni saciar su sed ni ingerir una buena
comida y, mientras siguen avanzando, sus filas se refuerzan con los cuerpos y las almas atrapadas en
este mundo de los que antes fueran sus adversarios. Lo único que temen son los rayos del sol, pues
son una maldición para los de su especie que les quema sus impías carnes y, con el tiempo, acaba
destruyendo a estas abominaciones antinaturales. Pero eso no sirve de ayuda cuando los Señores de
los Vampiros se preparan para la batalla, ya que todos ellos pueden utilizar sus poderes nigrománticos
para conjurar nubes de tormenta, con las que se protegen a sí mismos y a sus servidores del
aborrecido sol. Allí donde la muerte camina, va de la mano de la noche.
diabólicos No Muertos, despiertan de su sueño vastas legiones de zombis y esqueletos y conjuran
criaturas siniestras y seres etéreos del más allá para marchar a la guerra con la intención de acabar
con todas y cada una de las razas del Viejo Mundo.
Cuando las fuerzas de los Señores de los Vampiros marchan a la guerra, el mundo se echa a
temblar. Los No Muertos se cuentan entre las criaturas más peligrosas del mundo conocido. Ligados a
la fuerza de voluntad de uno de los Señores de los No Muertos, se consideran un enemigo feroz y
poderoso. No puede razonarse con ellos ni se les puede sobornar o coaccionar. No conocen el miedo ni
la piedad. No necesitan descansar, ni el calor de un buen fuego, ni saciar su sed ni ingerir una buena
comida y, mientras siguen avanzando, sus filas se refuerzan con los cuerpos y las almas atrapadas en
este mundo de los que antes fueran sus adversarios. Lo único que temen son los rayos del sol, pues
son una maldición para los de su especie que les quema sus impías carnes y, con el tiempo, acaba
destruyendo a estas abominaciones antinaturales. Pero eso no sirve de ayuda cuando los Señores de
los Vampiros se preparan para la batalla, ya que todos ellos pueden utilizar sus poderes nigrománticos
para conjurar nubes de tormenta, con las que se protegen a sí mismos y a sus servidores del
aborrecido sol. Allí donde la muerte camina, va de la mano de la noche.
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