Los Enanos del Caos
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Los Enanos del Caos
Los Enanos del Caos
Hace muchos miles de años, la raza de los Enanos se dirigió hacia el Norte desde sus hogares ancestrales en algún lugar de las tierras del Sur. Viajaron por las altas cimas de las montañas conocidas como las Montañas del Fin del Mundo, siguiendo el rastro de los yacimientos de minerales y gemas preciosas.
Los Enanos se extendieron por las montañas, siguiendo adelante empujados por su codicia por descubrir más secretos de rocas y metales. Durante un período de muchos cientos de años, excavaron pozos y construyeron ciudades en las cavernas subterráneas; llevaron sus minas hasta lo más profundo de las montañas, y construyeron túneles que los llevaron todavía más hacia el Norte.
Finalmente, en algún momento misterioso y distante del pasado, los Enanos llegaron a las tierras elevadas en el lejano Norte de las Montañas del Fin del Mundo que denominaron Zorn Uzkul o Tierra del Gran Cráneo. Allí se encontraron con una meseta enorme e inhóspita donde el aire era escaso y frío, y las rocas estériles. Muchos regresaron hacia el Sur, para engrosar el número de los cada vez más abundantes Enanos de las Montañas del Fin del Mundo; otros se dirigieron hacia el Oeste, hacia las frías tierras de Norsca, pero algunos de los más aventureros se dirigieron hacia el Este y después hacia el Sur siguiendo las desoladas Montañas de los Lamentos.
Al principio, estas dispersas comunidades de Enanos se mantuvieron en contacto entre ellas, pero los Enanos que se dirigieron al Este se alejaron mucho, y cuando las ofensivas del Caos llegaron a las regiones del Norte, el contacto se perdió para siempre. Los Enanos del Oeste creyeron que sus hermanos del Este habían desaparecido, destruidos por las incursiones del Caos que llegaban del Norte, pero estaban equivocados. El Caos no aniquiló a los robustos Enanos, sino que provocó un terrible cambio en ellos.
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Las Tierras Oscuras
El Imperio de los Enanos del Caos se encuentra en medio de las Montañas de los Lamentos, y la parte de las Tierras Oscuras adyacente a ellas, por el Este. Se trata de un lugar desolado y triste, donde la naturaleza ha desgarrado el suelo y ha partido las montañas. Entre sus picos, los volcanes escupen humo negro al sucio cielo. En las llanuras, el olor de los pozos de alquitrán y los charcos de petróleo perdura en el aire. La lava ardiente de las entrañas de la tierra cubre los desiertos de ceniza con una capa de magma hirviente.
En las Tierras Oscuras no crece rápidamente ninguna vida animal. La tenue luz y el asfixiante aire se combinan para asegurarse que la tierra siga desprovista de vegetación, excepto por unos pocos espinos negros dispersos. Los volcanes y los pozos abiertos hacen emerger todo tipo de minerales y gemas de las profundidades de la tierra; oro y plata, hierro y cobre, diamantes y zafiros, así como azufre, petróleo y alquitrán. Es una tierra rica en los materiales que desean los Enanos.
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El imperio de los Enanos del Caos
Es imposible saber exactamente cuándo o cómo la estirpe de los Enanos del Este se convirtió en los Enanos del Caos. Probablemente fue un lento proceso de mutación y cambio, ya que los Enanos son tozudos por naturaleza y más resistentes a la magia que otras criaturas. A pesar de todo, cambiaron.
Sus instintos naturales se pervirtieron en una burla de los valores tradicionales Enanos. La enorme y monstruosa Torre de Zharr-Naggrund, la Ciudad del Fuego y la Desolación, se levantó en medio de la llanura de Zharr. Esta monstruosa ciudad está construida de obsidiana negra e iluminada continuamente por el resplandor rojizo de miles de diabólicos hornos. Aunque los Enanos rechazan la magia, los Enanos del Caos se abrieron a su poder y se convirtieron en formidables hechiceros, creadores de maquinarias arcanas y de horribles ingenios mecánicos. Construyeron la Torre de Zharr-Naggrund en forma de montaña, elevando piso tras piso hacia las alturas. En su cúspide construyeron un templo a su maligno dios Hashut, el Padre de la Oscuridad.
Alrededor de su siniestra ciudad, los Enanos del Caos excavaron minas en la tierra, penetrando profundamente en la roca y las piedras en busca de sus tesoros escondidos. Construyeron máquinas para excavar aún más, usando la energía del vapor generada por el propio calor de las rocas. Excavaron en busca de carbón y lo apilaron en grandes montículos de negros. Perforaron, en busca de petróleo y alquitrán, pozos abiertos donde almacenar las sustancias halladas, por lo que crearon pozos de grasientas sustancias negras por doquier. De las montañas extrajeron piedras y las usaron para construir carreteras que conectaran todas sus tierras, de forma que las riquezas de la tierra pudieran transportarse más rápidamente hacia su grotesca ciudad.
Los residuos de miles de años de perforaciones ocupan actualmente la Llanura de Zharr, donde las excavaciones perforan incansables la tierra; las gigantescas depresiones en el suelo aparecen como heridas mal cicatrizadas en el paisaje. Bajo las oscilantes llamas de innumerables forjas, muchos miles de esclavos, criaturas de diversas razas capturadas durante las guerras o compradas a los Orcos del Oeste, trabajan sin descanso en las industrias de los Enanos del Caos.
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La Torre de Zharr-Naggrund
La Torre de Zharr-Naggrund se encuentra en el centro del Imperio de los Enanos del Caos y es la motivación de todas las excavaciones e industrias. Aunque hay muchas minas, talleres, fundiciones y fortalezas por toda la Llanura de Zharr y más allá, sólo existe una gran ciudad en todo el Imperio. La Torre de Zharr-Naggrund está construida con obsidiana, cristal negro volcánico cuya luz refleja las llamas de los numerosos altos hornos que arden día y noche. Toda la ciudad está construida en una serie de grandes escalones, como un zigurat, en la que cada escalón tiene cientos de metros de alto y está coronado por almenas que se levantan hacia el cielo como una hilera de feroces colmillos.
Cada escalón es cuadrado, y en el inferior hay cuatro enormes puertas de piedra reforzadas con hierro. Las puertas son casi tan altas como los muros y mucho más pesadas de lo que obviamente es necesario. Desde las puertas del Este y el Oeste, carreteras pavimentadas con losas de oro y cobre se dirigen hacia las Montañas de los Lamentos y las Tierras Oscuras. Las puertas Norte y Sur son las compuertas por las que circulan las aguas del Río de las Ruinas. El frío río penetra en la ciudad por el Norte y se emplea para refrigerar las enormes forjas de los Brujos de los Enanos del Caos, propulsar las máquinas de vapor y arrastrar los residuos de la industria hacia el Sur. Cuando abandona la ciudad, el río está contaminado por la suciedad y es de un color rojo amarillento, saturado de sedimentos nocivos; sus calientes aguas son espesas y venenosas. Una apestosa bruma amarillenta cubre el río, y sus orillas quedan asfixiadas por corrientes de contaminantes de espectaculares colores.
Un millar de enormes altos hornos arden sin pausa dentro de la inmensidad de Zharr-Naggrund, fundiendo los metales que son la energía vital de la ciudad. La ciudad es un gran taller viviente, repleto de humo y ruido, iluminado por sus fuegos interiores; cuyo funcionamiento es posible gracias a máquinas de gran tamaño y potencia. Gigantescos martillos movidos por el vapor laminan planchas de hierro y bronce con rítmicos martilleos, como los latidos del corazón de un dios ciclópeo. Enormes calderas de metal hirviendo vierten sus contenidos fundidos en retorcidos moldes de complicadas formas. El rugir de las forjas, el chirriar de enormes ruedas y los gruñidos de máquinas arcanas llenan el aceitoso aire. El ruido y el trabajo no cesa jamás. Las Tierras Oscuras están cubiertas por espesas nubes volcánicas y por el humo de los talleres de Zharr, por lo que la Torre de Zharr-Naggrund vive en un perpetuo crepúsculo, iluminada por los fuegos carmesíes de sus propias forjas.
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El Templo de Hashut
En la cúspide de la ciudad se encuentra el Templo de Hashut, el dios en forma de toro de los Enanos del Caos, al que éstos llaman Padre de la Oscuridad. Su templo está vigilado por los Centauros Enanos del Caos, criaturas mutantes que en sus orígenes eran Enanos del Caos. Tienen el cuerpo de un toro, pero el torso de un Enano del Caos, con largos dientes curvos y barbas exóticamente rizadas. En el interior del templo, sus guardianes llevan a cabo sangrientos ritos, arrojando cautivos a los calderos de metal fundido entre las enloquecidas carcajadas de los Brujos Enanos del Caos reunidos. Sobre el templo hay una estatua de Hashut. Las huecas entrañas de hierro de la estatua contienen un horno alimentado con carbón, cuyo calor hace que la estatua brille al rojo vivo y que cualquiera que toque su superficie sufra graves quemaduras. El dios es la personificación de la ciudad, su deidad y su señor, cuyo poder fluye a través de los Brujos Enanos del Caos, y por el cual miles de esclavos son sacrificados en los hornos y en el fuego.
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Los Brujos Enanos del Caos
Los Brujos Enanos del Caos, grandes sacerdotes de Hashut, gobiernan la Torre de Zharr-Naggrund como amos y señores de los Enanos del Caos. Sus conocimientos son profundos y antiguos; el estudio de la mecánica y la magia se combinan para producir arcanas máquinas de poder y destrucción. Fueron los Brujos Enanos del Caos quienes construyeron la ciudad en épocas pasadas, quienes esculpieron su forma en la obsidiana y quienes levantaron las oscuras torres y construyeron las pesadas puertas. Son poco numerosos; probablemente no hay más que unos pocos centenares entre toda la raza de los Enanos del Caos.
En el templo de Hashut, los Brujos Enanos del Caos se reúnen en grandes cónclaves malignos para diseñar sus planes de dominación del mundo. No hay ningún líder ni jerarquía formal entre ellos, pero la voz más fuerte corresponde a los más viejos y más poderosos, pues los Enanos del Caos respetan la edad y la sabiduría como los demás Enanos. Todo Brujo Enano del Caos controla una parte de la ciudad, con sus talleres y forjas, esclavos y guerreros, como parte de su dominio personal.
Los Enanos del Caos son resistentes a la magia, como lo son todos los Enanos, pero no son inmunes a sus efectos. A medida que los Brujos Enanos del Caos usan la magia, ésta impregna gradualmente sus cuerpos, provocando cambios en ellos que son a la vez únicos y horribles. Después de muchos siglos de trabajo, un Brujo Enano del Caos empieza a cambiar: el ritmo del cambio es lento, pero una vez empieza, su fin es irremediable.
Partiendo de sus pies, el Brujo Enano del Caos empieza a convertirse lentamente en piedra. Al principio, sus piernas se vuelven grises y sólidas de forma que son incapaces de moverse, y sus seguidores se ven obligados a trasladarle a todas partes, o deben construir un aparato mecánico para moverlo. A continuación, la parte inferior de su cuerpo y torso se convierten en piedra, haciéndole extraordinariamente resistente. Cuando sus brazos se han convertido en piedra, el anciano Brujo pasa a depender por completo de sus seguidores para emplear la magia, ya que todo lo que puede hacer es hablar y observar sus progresos. Después de un tiempo todo su cuerpo se convierte en piedra y pasa a ser una estatua. Las estatuas de los Brujos Enanos del Caos se alinean junto a las carreteras que hay alrededor de la Torre de Zharr-Naggrund, formando filas y filas de piedras grises que vigilan continuamente los accesos a la ciudad.
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Los Guerreros Enanos del Caos
Existen relativamente pocos Enanos del Caos. La gran cantidad de esclavos que trabajan constantemente en la Torre de Zharr-Naggrund y en la Llanura de Zharr los superan enormemente en número. Todos los Enanos del Caos pertenecen a uno de los Brujos Enanos del Caos, son sus súbditos además de su estirpe, unidos por un nexo de sangre que todos los Enanos del Caos consideran inquebrantable. Grupos de Enanos del Caos recorren las Tierras Oscuras buscando cautivos para enviar a Zharr-Naggrund a trabajar en las minas y forjas, o para sacrificar en el templo de Hashut.
La adquisición de esclavos es muy importante para los Enanos del Caos, porque dependen totalmente de ellos para mantener la ciudad y sus industrias en marcha. Los destacamentos de Enanos del Caos pueden recorrer muchos cientos de kilómetros para atacar una fortificación Orca o Goblin en las Montañas de las Lágrimas, y cuando conquistan a una tribu se llevan tantos prisioneros como puedan de regreso a la ciudad. Cuanto más cautivos capturen, más valiosa se considerará la expedición. Todas las guerras de conquista se llevan a cabo con la intención de obtener esclavos; los Enanos del Caos no están interesados en extender más sus territorios, ya que las Montañas de las Lágrimas y la Llanura de Zharr contienen todas las riquezas que necesitan. Con frecuencia, ejércitos enteros de Enanos del Caos marchan contra las tribus de Orcos y Goblins, subyugando a una tribu tras otra, antes de volver a la Torre de Zharr-Naggrund cargados de esclavos.
Los Enanos del Caos también llevan a cabo incursiones hacia el Norte, atacando a las feroces tribus de jinetes nómadas de las tierras altas del Norte, pero se trata de campañas poco frecuentes, ya que estas tribus suelen huir antes que luchar. Hacia el Oeste, los Enanos del Caos han llegado como máximo a los verdes valles de Farside: la provincia de Kislev que está junto a la ladera Este de las Montañas del Fin del Mundo. Pequeños grupos de Enanos del Caos han penetrado hasta las tierras cercanas al Paso de la Muerte, donde se han encontrado con las numerosas tribus de Goblins que viven al oeste de las Tierras Oscuras. Los Enanos del Caos comercian con esclavos con las tribus Goblin, prefiriendo emplear a los Goblin como intermediarios antes que avanzar más hacia el Viejo Mundo. De esta forma, Enanos y Hombres del Viejo Mundo han sido capturados primero por los Goblin y a continuación vendidos a los Enanos del Caos, para acabar sus días en los pozos de la Llanura de Zharr o en los ardientes altares de Hashut.
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Los Orcos Negros
Hace muchos años, los Brujos Enanos del Caos trataron de criar su propia raza de Orcos, una raza de esclavos que pudiera trabajar en las partes más hostiles de su reino. Ya disponían de miles de esclavos Orcos y Goblins, pero los Enanos del Caos solían considerarlos indisciplinados e ineficaces, ya que muchas veces se peleaban entre ellos. Usando su maligna magia y una cuidadosa selección, los Enanos del Caos crearon un nuevo tipo de Orco: más fuerte que un Orco ordinario, pero más leal y no tan dispuesto a pelearse. Así fue como surgió la raza de los Orcos Negros.
El experimento funcionó al principio, pero los Enanos del Caos pronto se dieron cuenta que aunque sus creaciones eran mucho más fuertes, eran demasiado independientes para ser buenos esclavos. Los Orcos y los Goblins normales estaban discutiendo continuamente y nunca tenían tiempo de conspirar contra sus amos. Sin embargo, los Orcos Negros estaban demasiado bien organizados; sus frecuentes rebeliones armadas y su capacidad para ponerse al mando de los demás Orcos y Goblins en ellas sorprendieron a los Enanos del Caos. Después de estar al borde del desastre varias veces, en las que ejércitos mandados por Orcos Negros destruyeron secciones de la Torre de Zharr-Naggrund, los Enanos del Caos decidieron eliminarlos de la ciudad para siempre. Muchos Orcos Negros escaparon hacia las Montañas de los Lamentos, donde sus descendientes viven aún en la actualidad, mientras otros iniciaron un largo viaje hacia el Oeste hasta que finalmente llegaron al Viejo Mundo. Los Enanos del Caos mataron a muchos Orcos Negros, pero dejaron algunas tribus en libertad para que merodearan por las montañas de modo que siempre pudieran reclutarlos como soldados para sus ejércitos, si era preciso.
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Los Hobgoblins
Durante el momento álgido de la mayor y más salvaje de las rebeliones de los Orcos Negros, los Enanos del Caos fueron casi derrotados. Ampliamente superados en número por sus antiguos esclavos, estaban siendo empujados hacia las partes superiores de la ciudad, luchando por cada nivel, acercándose cada vez más al Templo de Hashut. Al final, la ciudad se salvó por la traición de los Hobgoblins, quienes, habiéndose rebelado junto a los Orcos Negros, cambiaron de bando una vez más y atacaron a los Orcos rebeldes. Al hacerlo, los Hobgoblins se ganaron la enemistad de las demás razas goblinoides que desde ese día los odian profundamente.
Los Hobgoblins disfrutan del favor de los Enanos del Caos y se preocupan poco de lo que las demás criaturas goblinoides puedan pensar de ellos. A diferencia de los demás esclavos de los Enanos del Caos, no se les hace trabajar en los pozos o en los talleres, sino que son empleados como guerreros. Son una raza escurridiza, maligna, tan deshonesta y cobarde al servicio de los Enanos del Caos como lo fue cuando luchaba junto con los Orcos Negros. Las demás razas goblinoides les desprecian y los aniquilarían si no fuera por la protección de que disfrutan entre los Enanos del Caos.
Los Hobgoblins tienen una apariencia inconfundible. Se parecen mucho a los Goblins, pero son más altos; a pesar de ello, no son tan fornidos como los Orcos. De hecho, su apariencia general es delgada y furtiva, con grandes ojos y bocas burlonas llenas de puntiagudos dientes. Montan en lobos gigantes y suelen usar arcos para disparar contra el enemigo a distancia. Los Enanos del Caos utilizan mucho a los Hobgoblins en sus ejércitos, pero no confían realmente en ellos. Los Enanos del Caos saben que los Hobgoblins son odiados por las demás razas goblinoides, y que necesitan de la protección de los Enanos del Caos para sobrevivir.
Hace muchos miles de años, la raza de los Enanos se dirigió hacia el Norte desde sus hogares ancestrales en algún lugar de las tierras del Sur. Viajaron por las altas cimas de las montañas conocidas como las Montañas del Fin del Mundo, siguiendo el rastro de los yacimientos de minerales y gemas preciosas.
Los Enanos se extendieron por las montañas, siguiendo adelante empujados por su codicia por descubrir más secretos de rocas y metales. Durante un período de muchos cientos de años, excavaron pozos y construyeron ciudades en las cavernas subterráneas; llevaron sus minas hasta lo más profundo de las montañas, y construyeron túneles que los llevaron todavía más hacia el Norte.
Finalmente, en algún momento misterioso y distante del pasado, los Enanos llegaron a las tierras elevadas en el lejano Norte de las Montañas del Fin del Mundo que denominaron Zorn Uzkul o Tierra del Gran Cráneo. Allí se encontraron con una meseta enorme e inhóspita donde el aire era escaso y frío, y las rocas estériles. Muchos regresaron hacia el Sur, para engrosar el número de los cada vez más abundantes Enanos de las Montañas del Fin del Mundo; otros se dirigieron hacia el Oeste, hacia las frías tierras de Norsca, pero algunos de los más aventureros se dirigieron hacia el Este y después hacia el Sur siguiendo las desoladas Montañas de los Lamentos.
Al principio, estas dispersas comunidades de Enanos se mantuvieron en contacto entre ellas, pero los Enanos que se dirigieron al Este se alejaron mucho, y cuando las ofensivas del Caos llegaron a las regiones del Norte, el contacto se perdió para siempre. Los Enanos del Oeste creyeron que sus hermanos del Este habían desaparecido, destruidos por las incursiones del Caos que llegaban del Norte, pero estaban equivocados. El Caos no aniquiló a los robustos Enanos, sino que provocó un terrible cambio en ellos.
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Las Tierras Oscuras
El Imperio de los Enanos del Caos se encuentra en medio de las Montañas de los Lamentos, y la parte de las Tierras Oscuras adyacente a ellas, por el Este. Se trata de un lugar desolado y triste, donde la naturaleza ha desgarrado el suelo y ha partido las montañas. Entre sus picos, los volcanes escupen humo negro al sucio cielo. En las llanuras, el olor de los pozos de alquitrán y los charcos de petróleo perdura en el aire. La lava ardiente de las entrañas de la tierra cubre los desiertos de ceniza con una capa de magma hirviente.
En las Tierras Oscuras no crece rápidamente ninguna vida animal. La tenue luz y el asfixiante aire se combinan para asegurarse que la tierra siga desprovista de vegetación, excepto por unos pocos espinos negros dispersos. Los volcanes y los pozos abiertos hacen emerger todo tipo de minerales y gemas de las profundidades de la tierra; oro y plata, hierro y cobre, diamantes y zafiros, así como azufre, petróleo y alquitrán. Es una tierra rica en los materiales que desean los Enanos.
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El imperio de los Enanos del Caos
Es imposible saber exactamente cuándo o cómo la estirpe de los Enanos del Este se convirtió en los Enanos del Caos. Probablemente fue un lento proceso de mutación y cambio, ya que los Enanos son tozudos por naturaleza y más resistentes a la magia que otras criaturas. A pesar de todo, cambiaron.
Sus instintos naturales se pervirtieron en una burla de los valores tradicionales Enanos. La enorme y monstruosa Torre de Zharr-Naggrund, la Ciudad del Fuego y la Desolación, se levantó en medio de la llanura de Zharr. Esta monstruosa ciudad está construida de obsidiana negra e iluminada continuamente por el resplandor rojizo de miles de diabólicos hornos. Aunque los Enanos rechazan la magia, los Enanos del Caos se abrieron a su poder y se convirtieron en formidables hechiceros, creadores de maquinarias arcanas y de horribles ingenios mecánicos. Construyeron la Torre de Zharr-Naggrund en forma de montaña, elevando piso tras piso hacia las alturas. En su cúspide construyeron un templo a su maligno dios Hashut, el Padre de la Oscuridad.
Alrededor de su siniestra ciudad, los Enanos del Caos excavaron minas en la tierra, penetrando profundamente en la roca y las piedras en busca de sus tesoros escondidos. Construyeron máquinas para excavar aún más, usando la energía del vapor generada por el propio calor de las rocas. Excavaron en busca de carbón y lo apilaron en grandes montículos de negros. Perforaron, en busca de petróleo y alquitrán, pozos abiertos donde almacenar las sustancias halladas, por lo que crearon pozos de grasientas sustancias negras por doquier. De las montañas extrajeron piedras y las usaron para construir carreteras que conectaran todas sus tierras, de forma que las riquezas de la tierra pudieran transportarse más rápidamente hacia su grotesca ciudad.
Los residuos de miles de años de perforaciones ocupan actualmente la Llanura de Zharr, donde las excavaciones perforan incansables la tierra; las gigantescas depresiones en el suelo aparecen como heridas mal cicatrizadas en el paisaje. Bajo las oscilantes llamas de innumerables forjas, muchos miles de esclavos, criaturas de diversas razas capturadas durante las guerras o compradas a los Orcos del Oeste, trabajan sin descanso en las industrias de los Enanos del Caos.
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La Torre de Zharr-Naggrund
La Torre de Zharr-Naggrund se encuentra en el centro del Imperio de los Enanos del Caos y es la motivación de todas las excavaciones e industrias. Aunque hay muchas minas, talleres, fundiciones y fortalezas por toda la Llanura de Zharr y más allá, sólo existe una gran ciudad en todo el Imperio. La Torre de Zharr-Naggrund está construida con obsidiana, cristal negro volcánico cuya luz refleja las llamas de los numerosos altos hornos que arden día y noche. Toda la ciudad está construida en una serie de grandes escalones, como un zigurat, en la que cada escalón tiene cientos de metros de alto y está coronado por almenas que se levantan hacia el cielo como una hilera de feroces colmillos.
Cada escalón es cuadrado, y en el inferior hay cuatro enormes puertas de piedra reforzadas con hierro. Las puertas son casi tan altas como los muros y mucho más pesadas de lo que obviamente es necesario. Desde las puertas del Este y el Oeste, carreteras pavimentadas con losas de oro y cobre se dirigen hacia las Montañas de los Lamentos y las Tierras Oscuras. Las puertas Norte y Sur son las compuertas por las que circulan las aguas del Río de las Ruinas. El frío río penetra en la ciudad por el Norte y se emplea para refrigerar las enormes forjas de los Brujos de los Enanos del Caos, propulsar las máquinas de vapor y arrastrar los residuos de la industria hacia el Sur. Cuando abandona la ciudad, el río está contaminado por la suciedad y es de un color rojo amarillento, saturado de sedimentos nocivos; sus calientes aguas son espesas y venenosas. Una apestosa bruma amarillenta cubre el río, y sus orillas quedan asfixiadas por corrientes de contaminantes de espectaculares colores.
Un millar de enormes altos hornos arden sin pausa dentro de la inmensidad de Zharr-Naggrund, fundiendo los metales que son la energía vital de la ciudad. La ciudad es un gran taller viviente, repleto de humo y ruido, iluminado por sus fuegos interiores; cuyo funcionamiento es posible gracias a máquinas de gran tamaño y potencia. Gigantescos martillos movidos por el vapor laminan planchas de hierro y bronce con rítmicos martilleos, como los latidos del corazón de un dios ciclópeo. Enormes calderas de metal hirviendo vierten sus contenidos fundidos en retorcidos moldes de complicadas formas. El rugir de las forjas, el chirriar de enormes ruedas y los gruñidos de máquinas arcanas llenan el aceitoso aire. El ruido y el trabajo no cesa jamás. Las Tierras Oscuras están cubiertas por espesas nubes volcánicas y por el humo de los talleres de Zharr, por lo que la Torre de Zharr-Naggrund vive en un perpetuo crepúsculo, iluminada por los fuegos carmesíes de sus propias forjas.
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El Templo de Hashut
En la cúspide de la ciudad se encuentra el Templo de Hashut, el dios en forma de toro de los Enanos del Caos, al que éstos llaman Padre de la Oscuridad. Su templo está vigilado por los Centauros Enanos del Caos, criaturas mutantes que en sus orígenes eran Enanos del Caos. Tienen el cuerpo de un toro, pero el torso de un Enano del Caos, con largos dientes curvos y barbas exóticamente rizadas. En el interior del templo, sus guardianes llevan a cabo sangrientos ritos, arrojando cautivos a los calderos de metal fundido entre las enloquecidas carcajadas de los Brujos Enanos del Caos reunidos. Sobre el templo hay una estatua de Hashut. Las huecas entrañas de hierro de la estatua contienen un horno alimentado con carbón, cuyo calor hace que la estatua brille al rojo vivo y que cualquiera que toque su superficie sufra graves quemaduras. El dios es la personificación de la ciudad, su deidad y su señor, cuyo poder fluye a través de los Brujos Enanos del Caos, y por el cual miles de esclavos son sacrificados en los hornos y en el fuego.
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Los Brujos Enanos del Caos
Los Brujos Enanos del Caos, grandes sacerdotes de Hashut, gobiernan la Torre de Zharr-Naggrund como amos y señores de los Enanos del Caos. Sus conocimientos son profundos y antiguos; el estudio de la mecánica y la magia se combinan para producir arcanas máquinas de poder y destrucción. Fueron los Brujos Enanos del Caos quienes construyeron la ciudad en épocas pasadas, quienes esculpieron su forma en la obsidiana y quienes levantaron las oscuras torres y construyeron las pesadas puertas. Son poco numerosos; probablemente no hay más que unos pocos centenares entre toda la raza de los Enanos del Caos.
En el templo de Hashut, los Brujos Enanos del Caos se reúnen en grandes cónclaves malignos para diseñar sus planes de dominación del mundo. No hay ningún líder ni jerarquía formal entre ellos, pero la voz más fuerte corresponde a los más viejos y más poderosos, pues los Enanos del Caos respetan la edad y la sabiduría como los demás Enanos. Todo Brujo Enano del Caos controla una parte de la ciudad, con sus talleres y forjas, esclavos y guerreros, como parte de su dominio personal.
Los Enanos del Caos son resistentes a la magia, como lo son todos los Enanos, pero no son inmunes a sus efectos. A medida que los Brujos Enanos del Caos usan la magia, ésta impregna gradualmente sus cuerpos, provocando cambios en ellos que son a la vez únicos y horribles. Después de muchos siglos de trabajo, un Brujo Enano del Caos empieza a cambiar: el ritmo del cambio es lento, pero una vez empieza, su fin es irremediable.
Partiendo de sus pies, el Brujo Enano del Caos empieza a convertirse lentamente en piedra. Al principio, sus piernas se vuelven grises y sólidas de forma que son incapaces de moverse, y sus seguidores se ven obligados a trasladarle a todas partes, o deben construir un aparato mecánico para moverlo. A continuación, la parte inferior de su cuerpo y torso se convierten en piedra, haciéndole extraordinariamente resistente. Cuando sus brazos se han convertido en piedra, el anciano Brujo pasa a depender por completo de sus seguidores para emplear la magia, ya que todo lo que puede hacer es hablar y observar sus progresos. Después de un tiempo todo su cuerpo se convierte en piedra y pasa a ser una estatua. Las estatuas de los Brujos Enanos del Caos se alinean junto a las carreteras que hay alrededor de la Torre de Zharr-Naggrund, formando filas y filas de piedras grises que vigilan continuamente los accesos a la ciudad.
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Los Guerreros Enanos del Caos
Existen relativamente pocos Enanos del Caos. La gran cantidad de esclavos que trabajan constantemente en la Torre de Zharr-Naggrund y en la Llanura de Zharr los superan enormemente en número. Todos los Enanos del Caos pertenecen a uno de los Brujos Enanos del Caos, son sus súbditos además de su estirpe, unidos por un nexo de sangre que todos los Enanos del Caos consideran inquebrantable. Grupos de Enanos del Caos recorren las Tierras Oscuras buscando cautivos para enviar a Zharr-Naggrund a trabajar en las minas y forjas, o para sacrificar en el templo de Hashut.
La adquisición de esclavos es muy importante para los Enanos del Caos, porque dependen totalmente de ellos para mantener la ciudad y sus industrias en marcha. Los destacamentos de Enanos del Caos pueden recorrer muchos cientos de kilómetros para atacar una fortificación Orca o Goblin en las Montañas de las Lágrimas, y cuando conquistan a una tribu se llevan tantos prisioneros como puedan de regreso a la ciudad. Cuanto más cautivos capturen, más valiosa se considerará la expedición. Todas las guerras de conquista se llevan a cabo con la intención de obtener esclavos; los Enanos del Caos no están interesados en extender más sus territorios, ya que las Montañas de las Lágrimas y la Llanura de Zharr contienen todas las riquezas que necesitan. Con frecuencia, ejércitos enteros de Enanos del Caos marchan contra las tribus de Orcos y Goblins, subyugando a una tribu tras otra, antes de volver a la Torre de Zharr-Naggrund cargados de esclavos.
Los Enanos del Caos también llevan a cabo incursiones hacia el Norte, atacando a las feroces tribus de jinetes nómadas de las tierras altas del Norte, pero se trata de campañas poco frecuentes, ya que estas tribus suelen huir antes que luchar. Hacia el Oeste, los Enanos del Caos han llegado como máximo a los verdes valles de Farside: la provincia de Kislev que está junto a la ladera Este de las Montañas del Fin del Mundo. Pequeños grupos de Enanos del Caos han penetrado hasta las tierras cercanas al Paso de la Muerte, donde se han encontrado con las numerosas tribus de Goblins que viven al oeste de las Tierras Oscuras. Los Enanos del Caos comercian con esclavos con las tribus Goblin, prefiriendo emplear a los Goblin como intermediarios antes que avanzar más hacia el Viejo Mundo. De esta forma, Enanos y Hombres del Viejo Mundo han sido capturados primero por los Goblin y a continuación vendidos a los Enanos del Caos, para acabar sus días en los pozos de la Llanura de Zharr o en los ardientes altares de Hashut.
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Los Orcos Negros
Hace muchos años, los Brujos Enanos del Caos trataron de criar su propia raza de Orcos, una raza de esclavos que pudiera trabajar en las partes más hostiles de su reino. Ya disponían de miles de esclavos Orcos y Goblins, pero los Enanos del Caos solían considerarlos indisciplinados e ineficaces, ya que muchas veces se peleaban entre ellos. Usando su maligna magia y una cuidadosa selección, los Enanos del Caos crearon un nuevo tipo de Orco: más fuerte que un Orco ordinario, pero más leal y no tan dispuesto a pelearse. Así fue como surgió la raza de los Orcos Negros.
El experimento funcionó al principio, pero los Enanos del Caos pronto se dieron cuenta que aunque sus creaciones eran mucho más fuertes, eran demasiado independientes para ser buenos esclavos. Los Orcos y los Goblins normales estaban discutiendo continuamente y nunca tenían tiempo de conspirar contra sus amos. Sin embargo, los Orcos Negros estaban demasiado bien organizados; sus frecuentes rebeliones armadas y su capacidad para ponerse al mando de los demás Orcos y Goblins en ellas sorprendieron a los Enanos del Caos. Después de estar al borde del desastre varias veces, en las que ejércitos mandados por Orcos Negros destruyeron secciones de la Torre de Zharr-Naggrund, los Enanos del Caos decidieron eliminarlos de la ciudad para siempre. Muchos Orcos Negros escaparon hacia las Montañas de los Lamentos, donde sus descendientes viven aún en la actualidad, mientras otros iniciaron un largo viaje hacia el Oeste hasta que finalmente llegaron al Viejo Mundo. Los Enanos del Caos mataron a muchos Orcos Negros, pero dejaron algunas tribus en libertad para que merodearan por las montañas de modo que siempre pudieran reclutarlos como soldados para sus ejércitos, si era preciso.
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Los Hobgoblins
Durante el momento álgido de la mayor y más salvaje de las rebeliones de los Orcos Negros, los Enanos del Caos fueron casi derrotados. Ampliamente superados en número por sus antiguos esclavos, estaban siendo empujados hacia las partes superiores de la ciudad, luchando por cada nivel, acercándose cada vez más al Templo de Hashut. Al final, la ciudad se salvó por la traición de los Hobgoblins, quienes, habiéndose rebelado junto a los Orcos Negros, cambiaron de bando una vez más y atacaron a los Orcos rebeldes. Al hacerlo, los Hobgoblins se ganaron la enemistad de las demás razas goblinoides que desde ese día los odian profundamente.
Los Hobgoblins disfrutan del favor de los Enanos del Caos y se preocupan poco de lo que las demás criaturas goblinoides puedan pensar de ellos. A diferencia de los demás esclavos de los Enanos del Caos, no se les hace trabajar en los pozos o en los talleres, sino que son empleados como guerreros. Son una raza escurridiza, maligna, tan deshonesta y cobarde al servicio de los Enanos del Caos como lo fue cuando luchaba junto con los Orcos Negros. Las demás razas goblinoides les desprecian y los aniquilarían si no fuera por la protección de que disfrutan entre los Enanos del Caos.
Los Hobgoblins tienen una apariencia inconfundible. Se parecen mucho a los Goblins, pero son más altos; a pesar de ello, no son tan fornidos como los Orcos. De hecho, su apariencia general es delgada y furtiva, con grandes ojos y bocas burlonas llenas de puntiagudos dientes. Montan en lobos gigantes y suelen usar arcos para disparar contra el enemigo a distancia. Los Enanos del Caos utilizan mucho a los Hobgoblins en sus ejércitos, pero no confían realmente en ellos. Los Enanos del Caos saben que los Hobgoblins son odiados por las demás razas goblinoides, y que necesitan de la protección de los Enanos del Caos para sobrevivir.
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